Para muchos, mendigar por la ciudad puede resultar muy lucrativo. Pero, ¿por qué no aprovechar las oportunidades que ofrece Internet para pedir limosna? Esa fue la pregunta que se hicieron los dos indigentes que forman el dúo Lazy Beggars (mendigos, vagos) que integran el polémico juego online llamado mendigogame.com y que ya suman en su perfil de Facebook miles de seguidores.
Los Lazy Beggars reciben donaciones virtuales de internautas de todo el mundo vía PayPal, haciendo que su vida en la calle sea más llevadera. El tema es que estos "sin techo" por lo general destinan las ganancias en comida, alcohol y algunas rarezas. Y con extrema ironía presentan en el sitio web sus necesidades, como sacos de dormir, elementos para afeitarse o incluso una ducha, entre los pedidos más normales.
Con esta particular iniciativa, ahora las personas carenciadas están expuestas en las redes sociales, a la vista de todos, en un espacio al alcance de aquel que por unos minutos quiere ser uno de ellos, aunque sea por diversión.
Dicen Marius Follert y Niels Wildung, creadores del juego, que la plataforma ayuda a concientizar sobre las necesidades de los que viven en la calle. "Nuestros jugadores se ponen a diario en la piel de personas sin hogar, haciéndose pasar por Lazy Beggars. De esta forma conseguimos acercar a nuestra comunidad la realidad de los ’sin techo’ y sensibilizar a nuestros usuarios acerca de sus necesidades", explica Follert, inventor de Mendigogame y CEO de Farbflut Entertainment.
La onda expansiva que generan las redes sociales sirven de canal para hacer visibles a las personas sin hogar. Y mientras que en España la Fundación Arrels’ cuenta en Twitter cómo es el día a día de un indigente, los creadores de mendigogame dicen que el proyecto sensibiliza a millones de internautas acerca de estos problemas.
Follert y Wildung, iniciaron el juego como un hobby, y luego crearon el videojuego con el fin de mostrar la cruda realidad de estas personas tan invisibles en las grandes ciudades.
El objetivo del jugador consiste en convertir a su alter ego virtual -un mendigo sin hogar- en millonario mediante diversas actividades como luchas ficticias, la recogida de chatarra, donaciones virtuales o el aprendizaje de un instrumento musical.
"El personaje acabará siendo el propietario del Estadio Monumental de Buenos Aires, el Palacio Real de Madrid o el Buckingham Palace de Londres. El juego no pretende reproducir fielmente la realidad, sino ofrecer un punto de vista más bien irónico sobre la vida de los indigentes", cuenta Follert.
A su vez, Wildung afirma que el emprendimiento genera grandes beneficios. "Por un lado, el apoyo económico mediante campañas de donativos a ONG´s en las que hemos involucrado a la comunidad del juego y, por el otro, permitirles salir de la invisibilidad a la que estas personas y sus dificultades están expuestas", finalizó.
Desde la proliferación de videos en Youtube, Facebook y Twitter exponiendo la vida de los indigentes que luego consiguen trabajo o se reencuentran con sus familiares perdidos, más la creación del juego que los tiene como protagonistas; cabe preguntar cuál es el rol que cumplen las redes sociales respecto a los temas más urgentes.
"Los casos de reencuentros entre personas en situación de calle y sus familias a través de Facebook no hacen más que demostrar la capacidad asociativa de este tipo de redes. Fácil, horizontal y gratuito, un mensaje en la red social puede llegar más rápido a aquellos lugares donde el Estado se comporta como un elefante burocrático", explica a Perfil.com el filósofo Dante Augusto Palma.
Sin embargo, para Palma el juego minimiza el problema social. "Si vamos a pensar que las redes sociales serán la solución para muchos de los excluidos socialmente pecaríamos de ingenuos. Sin ir más lejos, un juego como el de mendigogame, además de caracterizarse por un cinismo atroz, no hace más que trivializar una problemática económica, política y social, presentando la necesidad de cirujear como una decisión individual que transcurre por los carriles de la lógica acumulación capitalista", culmina.
En cambio, para la socióloga Susana Finquelievich, difundir una causa social en las redes sociales logra despertar debates. "Internet permite penetrar en un tejido social mucho más difundido, dentro del recorte de la población conectada -un 60% en la Argentina actual-. Es un instrumento, no humaniza. Sólo difunde e interconecta a las personas a un nivel de alcance y velocidad no conocido previamente en la historia humana", señala.
Por último, Finquelievich sostiene que "el juego no sensibiliza", más bien usa a los mendigos como contexto y punto de partida de una lucha por la supervivencia, el poder, el dinero. (Por Marina Pagnutti - Perfil)
Fuente: contexto.com.ar
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