martes, 15 de marzo de 2011

¿Por qué el emperador de Japón no aparece en ningún lado?


No se vio una foto suya ni se escuchó un solo comentario al respecto. Lo que se llama un silencio stampa. Quizás por creer fervientemente que desciende del mítico dios del sol del Japón, tal como se lo consideraba a su padre, Hirohito.

Lo cierto es que ante una de las tragedias más grandes que se vio obligado a atravesar el país asiático, el emperador Akihito brilla por su ausencia. Ya pasaron cuatro días del devastador terremoto y el posterior tsunami que azotaron esa nación y todavía no se oyó una sola expresión del monarca.

Akihito, de 77 años y padre de siete hijos, lleva 22 años en el trono de la dinastía reinante más antigua del mundo. A diferencia de sus antecesores, considerados dioses, accedió a la corona bajo un régimen de monarquía constitucional. Sin embargo, en contrapartida del pensamiento occidental, la cultura oriental le imprime a su cargo un rol diferente. Eso hace que en ese rincón del mundo sorprenda su silencio, pero que más aun sorprenda que los japoneses no esperen su intervención, su mensaje traducido en una palabra de aliento o tan sólo una aparición pública.

El sábado último, el diario Yomiuri difundió un mensaje de condolencias de la Casa Imperial a las víctimas de la tragedia, en la que además felicitaban a los equipos de rescate que aún continúan rastrillando miles de kilómetros arrasados. Esa fue su única comunicación hasta el momento.

Según adelantó un portavoz de la Familia Real, el emperador Akihito y su esposa, Michiko, decidieron quedarse a oscuras un tiempo indeterminado para solidarizarse con los japoneses, como así también optaron por cerrar hasta nueva orden la residencia oficial, a excepción para la realización de actos protocolarios. Además adelantaron que no saldrán al exterior excepto que sea necesario.

En la cultura de Occidente, un gesto como éste podría costarle su cargo. Un ejemplo claro fue el ocurrido en la casa real británica, que tras la muerte de Lady Di adoptó una postura distante y de silencio, una conducta que fue repudiada fuertemente por los ciudadanos del Reino Unido, a tal punto que empujaron a la reina Isabel II a referirse públicamente al trágico accidente, algo que finalmente hizo un día antes del entierro.

También puede utilizarse a modo de comparación lo sucedido en España, que tras el brutal atentado terrorista sufrido en Madrid, el rey Juan Carlos se dirigió al país de inmediato, con una condena al ataque.

Todo esto se explica gracias a que en Japón, la principal función del emperador durante los últimos siglos fue la de simplemente autorizar u otorgar legitimidad a las personas situadas en el poder. El rol del emperador es definido en la Constitución moderna de ese país, sancionada en 1947, como "símbolo del Estado y de la unidad del pueblo", en cuyo texto también se declara que el soberano no tendrá "derechos reservados", como si ocurre en otras monarquías.

Sin embargo y pese al rol del emperador en Japón, lo sucedido en los últimos días reaviva un tema polémico que lleva décadas en el tintero y que resuena constantemente: el rol de las monarquías.

En momentos en que en todo el mundo discute su papel y las acusa por sus exorbitantes gastos, la monarquía de Japón volvió a poner el tema en el tapete, aún pese a que Akihito, perteneciente a la estirpe reinante más antigua del mundo, se mantiene alejado del debate, respaldado por una cultura milenaria.  /lanacion.com


Fuente: comtexto.com.ar

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