No hay duda de que una mascota feliz, y especialmente un perro, aporta gran equilibrio a la vida de cualquier familia.
El problema es que solemos tener un perro para cubrir nuestras necesidades afectivas, pero raramente nos preocupamos de averiguar cuáles son sus propias necesidades.
Veamos los consejos de César Millán, un mexicano que se ha convertido en todo un fenómeno social y televisivo en Estados Unidos con su programa The Dog Whisperer (El encantador de perros).
Como los lobos, a los perros les gusta vivir en manada y tener un líder claro y asertivo. Cuando viven en estado salvaje tienen que recorrer grandes distancias para encontrar la comida, siguiendo al líder que todos reconocen y obedeciendo de forma instintiva, sin discusiones y sin rencores.
Millán siempre recuerda que los perros no tienen emociones típicamente humanas, como el rencor o la compasión, porque ellos no se anclan al pasado, ni tienen noción del futuro; siempre viven en el ahora, lo que debería ser una gran lección para todos nosotros… pero ese es tema para otro artículo. Únicamente después de comer se permiten descansar y jugar, hasta nueva orden.
Teniendo esto en cuenta, Millán descubrió que los perros son felices con sólo darles tres cosas, por este orden:
1. Ejercicio. Todos los perros, grandes y pequeños, tienen que ejercitarse. Una caminata de al menos 30 minutos diarios simula los desplazamientos que tienen que realizar en busca de comida cuando están libres. Uno tiene que convertirse en su líder, y caminar siempre erguido, delante o a un lado de él, y no el perro delante, tirando de nosotros como vemos continuamente por la calle.
2. Disciplina. Durante el ejercicio, el perro tiene que tener la disciplina de caminar al ritmo que nosotros le impongamos, sin pararse cada momento a olisquear. Recuerda que estamos en busca de comida, algo muy serio. Si nosotros paramos, el perro para; si nos ponemos en marcha, el perro nos sigue sin rechistar. Para conseguir que el perro se acostumbre es conveniente usar una correa corta para tener mayor control.
No hay que emplear nunca la fuerza bruta ni los gritos. Los perros no entienden de gritos, y la fuerza puede hacer que se alteren. Un perro líder de manada no grita ni ladra, simplemente se imponen con actitud asertiva o, cuando mucho, un leve gruñido (en nuestro caso puede ser un sonido, como chistar), que indica claramente quien es el que manda.
3. Cariño. Cuando llegamos a casa es el momento de ponerle de comer (¡por fin conseguimos comida!), y de jugar un rato con él.
Muchísima gente comete el error de darle estas tres cosas, pero en el orden equivocado, o de darles sólo cariño, cariño y más cariño. Especialmente en este último caso, es muy común que no asumamos el papel de líderes, por lo que ellos se ven avocados a ejercer dicho rol. Eso trae como consecuencia perros caprichosos y maleducados, imposibles de controlar.
Un perro, antes que mascota o compañero, es perro. Por eso, necesita un líder claro que respete sus ciclos naturales de ejercicio, disciplina y cariño (juego y descanso). Sólo de esa forma será un perro feliz.
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